martes, 19 de mayo de 2020

Robert y su pacto....



Robert Johnson
Robert Leroy Johnson, el undécimo hermano de una pobre familia negra, nació en Hazlehurst, al sur del estado de Mississipi. En su adolescencia, el joven no demostró la menor aptitud para los estudios, pero manifestó claramente dos intereses: la música (tocaba el arpa y la armónica, aunque como aficionado) y las mujeres.
En 1929 el muchacho, que había dejado los estudios para recoger algodón y que más de una vez debió cambiar su nombre para escapar de maridos celosos, pareció sentar cabeza. Se casó con Virginia Travis, una joven de 16 años, la cual quedó embarazada a los pocos meses. Parecía que la felicidad por fin llegaba a su vida, pero Virginia fallecería junto a su hijo recién nacido, cuando daba a luz. A partir de ese momento, Robert Johnson se transformaría en un alma errante y buscaría consuelo en el blues. En su ciudad natal se casó con una viuda adinerada, con la que tuvo un hijo, aunque ello no fue obstáculo para que viajara por el sur de Estados Unidos siguiendo a los grandes artistas del blues
El otrora mediocre músico sin talento se había convertido, de la noche a la mañana, en un verdadero maestro de la ejecución guitarrística. En ese momento comenzó a tejerse la leyenda, alimentada en parte por el mismo Johnson. Se decía que el músico había vendido su alma al diablo en el cruce de la actual autopista 61 con la 49 en Clarksdale, Mississipi, a cambio de tocar blues mejor que nadie. Johnson habría esperado en la intersección de caminos hasta medianoche con su guitarra en la mano. Luego el maligno se le habría aparecido y, tras prometerle que dominaría la guitarra como nadie, a cambio de su alma, le explicó que solamente debía deslizar las manos sobre su instrumento para interpretar el mejor blues de la historia.

Mito o realidad, lo concreto es que Robert Johnson deambuló tocando por todo el sur de Estados Unidos, como si huyera de alguien. Las letras de sus canciones alimentaban el misterio porque trataban sobre desesperación religiosa y demonios interiores. Dos de sus mayores éxitos hicieron referencia a su supuesto pacto demoníaco. “Crossroad blues”, por ejemplo, relata que los cruces de caminos son la mejor manera de encontrarse con lucifer y la letra de otro de sus éxitos, “Me and the devil blues”, dice textualmente: “Early in the morning, when you knock at my door.  I said Hello Satan, I believe it’s time to go” (“Temprano en la mañana, cuando tocas a mi puerta. Digo hola a satán, Creo que es hora de irme”).

Adios Robert.

Robert debía tocar en un local llamado “Three Forks”  pero, mujeriego impenitente como era, tuvo la mala idea de intentar seducir a la mujer del dueño de ese local. Minutos antes de comenzar su show, una botella de whisky misteriosamente abierta, llegó a su mesa.  Johnson, que por sus excesos parecía un auténtico rockstar de la época, bebió sin abrigar la menor sospecha.
En mitad del concierto el guitarrista comenzó a sentir molestias físicas. Así que paró de cantar, dejó su guitarra a un lado y salió a la calle. Estuvo perdido durante tres días y, cuando reapareció, ya estaba muerto. Había sido envenenado por la estricnina que contenía la botella de whisky. Tenía sólo 27 años, los mismos que extrañamente tendrían al morir otras grandes leyendas de la música en los años siguientes, como Brian Jones, Jim Morrison, Jimmy Hendrix, Janis Joplin, Kurt Cobain y Amy Winehouse.
Después de su muerte los mitos no cesaron. En la canción “Me and their devil blue’s” Johnson pedía ser enterrado al borde de una carretera (“you may bury my body down the highside side”) y en la actualidad existen tres tumbas que supuestamente contienen sus restos. Algunos historiadores musicales aseguran que sus amigos tomaron esta medida  para que el diablo se confundiera y no encontrara sus restos.
¿Fue Satanás en persona el que le concedió el extraordinario don musical guitarrístico a Robert Johnson? Quien sabe. Algunos aseguran que el verdadero maestro de Johnson no fue un maléfico hombre de negro que se le apareció en el cruce de las carreteras 61 y 49, sino que un músico de Alabama llamado Ike Zinnerman, que acostumbraba a tocar a la luz de la luna, encima de las lápidas de los cementerios. Lo único cierto es que Robert Johnson superó musicalmente a todos sus contemporáneos y marcó las pautas que artistas como Elmore James y Muddy Waters emplearon en el desarrollo del Rythm&Blues, movimiento básico en el origen del rock.

No hay comentarios:

Publicar un comentario