miércoles, 29 de julio de 2020

El Bossa Nova ....



Corría el año de 1961. El Departamento de Estado Norteamericano patrocinó una gira por América Latina con algunos músicos de jazz, entre los cuales se encontraba el guitarrista Charlie Byrd. Llegarían a Brasil para dar una muestra de la música que se hacía en USA y el país anfitrión por su lado, enseñaba lo que tenía y lo que desde 1958 era la revolución musical del gigante del sur.
Byrd vería en plena acción a dos grandes de la música popular latinoamericana, Joao Gilberto y Antonio Carlos Jobim. 

Durante esos días de estancia del guitarrista, su impresión por lo que veía y escuchaba, lo enamoraron, y profundamente prendado de la Bossa Nova, a su regreso a los EE.UU., buscó a su amigo Stan Getz para que escuchara los discos que había traído de Brasil y compartiera su placer de disfrutar esa novedad que aún no había llegado al país. Por supuesto, el saxofonista quiso versionar lo que escuchaba para incluirlo en su próxima producción discográfica y, después de convencer a Creed Taylor, uno de los principales directivos de Verve Records, Stan Getz grabaría uno de sus discos más memorables, Jazz Samba, aparecido en 1962, y que marcaría la influencia en sus trabajos posteriores. 

No tardaría la empresa del disco en sumarse al éxito de Getz y comenzaron a producir ese mismo año y el siguiente a otros músicos como Gene Ammons con Bad! Bossa Nova, Dave Brubeck con Bossa Nova USA y Herbie Mann con Do The Bossa Nova. La Bossa Nova comenzó a revolucionar lo que se escuchaba en los círculos jazzisticos y pasó a ser parte del repertorio habitual de las agrupaciones que veían y sentían en ese género la sensualidad que hacía falta en el ambiente musical.

Y todo comenzó cuando Joao Gilberto, un día decidió irse a Río de Janeiro en 1956 y encontrarse con otro músico extraordinario que, al igual que él, comenzaba a experimentar la sorprendente mezcla cultural que tiene Brasil con la música popular. En 1958 Gilberto grabó “Chega de Saudade” y “Bim Bom” y luego con Jobim, plasmarían para la eternidad, una de las piezas que sería la verdadera revolución de la Bossa Nova para el mundo: Desafinado. Allí el sonido sincopado de Gilberto, daría la identidad del nuevo estilo musical brasileño.

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