jueves, 30 de julio de 2020

CLAPTON IS GOD


Apareció en una pared de la estación del metro de Islington en octubre de 1967 y de allí se extendería por toda Londres. Pero lo más curioso fue la fotografía: una señora caminando como desafiando al fotógrafo con cara malhumorada acelerando el paso mientras su perro orina justo debajo del grafitti “Clapton is God”. The Guardian publicaría la reseña y mediáticamente lo catapultó más de lo que ya estaba. 

Cualquiera que repase su carrera y compruebe que pasó por los Yardbirds, considerada como la mejor banda de rhythm and blues británica que ha existido; que formó parte de la mejor fábrica de guitarristas de la historia: John Mayall & The Bluebrakers, que conformó el trío más apabullante del rock, Cream, que ha estado con Blind Faith, con Delaney And Bonnie And Friends, que tuvo un histórico paso por Derek And The Dominos y que además posee una larga y solvente carrera en solitario, más una innumerable colección de históricas colaboraciones (entre otras en “While My Guitar Gently Wweeps” del “White Album” de The Beatles) y que desde muy joven se ganó la aceptación y el respeto de los más importantes músicos de blues y el jazz, la música Clapton desde siempre ha amado, pues, se dará cuenta de que es un músico sencillamente excepcional.

Al escucharle, al verle y sentirle, quedaba claro que, con apariencia humana y mortal, “Eric Clapton Es Dios”. Se ganó eso a los 22 años cuando ya no estaba con los Yardbirds, ni con John Mayall, sino con Cream, al lado de dos monstruos más: Ginger Baker y Jack Bruce. Sin embargo, el 1ero de octubre de 1966, ocurrió algo en la Regent Street Polythecnic de la Universidad de Westminster donde Cream daba un concierto. Llegaba al sitio un joven guitarrista desde New York cuyo representante era el bajista de Animals, Chas Chandler, quien le propuso a Jimi Hendrix llevarlo a Inglaterra para darlo a conocer en Europa. La única condición que le puso Hendrix fue conocer a Jeff Beck y a su ídolo Eric Clapton.

Y así fue. Hendrix veía con entusiasmo la presentación de Cream y le pidió al grupo improvisar con ellos y al subir al escenario comenzaría con los acordes de un Blues llamado Killing Floor, que Clapton conocía pero que no lo tocaba por ser muy difícil; pero que al ejecutarlo Hendrix, se veía tan fácil en sus manos que Clapton desconectó la guitarra y se fue detrás del escenario a tratar de pasar la pena. Chandler dijo para sus adentros en ese momento “Mierda, sabía que esto iba a pasar” y fue al área de los baños donde estaba Clapton para conversar con él y disculparse. Clapton temblando y tratando de encender un cigarrillo le dijo a Chandler: ¿realmente es así de bueno? ¿Es así de bueno?, repetía. Esa noche mataron en escena a quien llamarían meses después, Dios 
Clapton y Hendrix no volverían a tocar juntos en un escenario aunque cada cual asistía al concierto de uno o del otro como espectador y fanático. Hendrix moriría a los 27 años y Clapton casi muere también por sus excesos con el alcohol y las drogas: dos intentos de suicidios y dos rehabilitaciones, además del dolor de haber perdido un hermano en un accidente de tránsito con apenas 26 años y posteriormente en plena madurez, a su hijo Connor de 4 años, al caer del piso 53 de su apartamento de Manhattan. 

La revista Rolling Stones los ha clasificado a Hendrix como el 1ero y a Clapton como el 2do de la lista de los mejores guitarristas de todos los tiempos. Clapton en la actualidad es miembro del Salón de la Fama del Rock and Roll por partida triple: por los Yardbirds, por Cream y por su carrera en solitario. Haciendo la analogía pudiéramos decir que siendo uno solo en esa santísima trinidad, puede seguir considerándose (¿por qué no?) como Dios.

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